Si no fuera yo

sábado, 13 de marzo de 2010







SI NO FUERA YO


Tal vez yo sería si no fuera yo
un águila en vuelo que asciende más alto que otra ave
cualquiera
un león que en la selva no encuentra rivales
algún tiburón que ante nada ni nadie se arredra
tal vez una hormiga que solo trabaja día a día
algún colibrí o una abeja que gozan de todas las flores
un bosque refugio de seres silvestres y mil cimarrones
quizá un potentado que todo posee
alguna figura que muchos envidian
algún escritor que crea mundos de ensueño
un músico ilustre que canta ala vida
alegre payaso que llena de risas su entorno
algún arquitecto hacedor de palacios
un médico bueno que aleja la muerte de lecho de enfermo
un sabio que busca caminos en sitios inciertos
pastor portador de esperanza y consuelo
algún profesor forjador de conciencias
pintor que en colores refleja pedazos del alma de todos
igual que la suya
poeta que da voz al alma y ablanda a palabras las rocas

En fin yo no sé que sería si no fuera yo
pero el yo que sería
querría ser el que soy

20 de junio del 2003

De un padre a una hija que no puede verlo

jueves, 11 de marzo de 2010




DE UN PADRE A UNA HIJA QUE NO PUEDE VERLO


No sé cómo me recordarás
ahora que hace mucho tiempo que no puedes verme

aunque sé que tú nunca me olvidas
como debes saber que yo nunca te olvido

sé también que de mí no sabías muchas cosas de ayer
porque nunca las dije
como aún hay muchas cosas que ignoras de hoy
y ni yo me las digo

y siento que tengo una deuda
que hoy quisiera saldar
y que sepas por qué no puedo verte
y el por qué de las cosas que quise ocultar

Mi hijita:

aunque no me lo creas y no lo parezca
también yo he sido un niño
y supe de mimos y risas
y creí que los viejos siempre fueron así

y quise correr y saltar
y trepar los ciruelos y mangos
comer allá arriba
como te has de acordar que lo hacías
como quiero pensar que aún lo haces

y quería ser grande y ser como...te reirías
no quisiera decirlo
también he soñado y soñaba
con usar turbante o cubrir con la máscara el rostro
lucir un sombrero de charro y pistolas al cinto
salvar la princesa, vencer al malvado

era niño, mi hija
no sabía
que no había ya princesas
aunque hubiera aún malvados

crecí y cubrí con mi máscara el rostro
colgué mis pistolas al cinto
no te dije
no quise me vieras así y cubrí con mi rostro la
mascara

que aunque hay cosas que se ocultan por vergüenza
otras hay que se esconden con orgullo y solo por miedo
al peligro

y había de aprender a tener secretos por otros motivos

supe sí del dolor del tormento
de costillas quebradas
de la boca que se abre de angustia
y que quiere tragar todo el aire del mundo
y es el mundo el que a uno lo traga
de eso supe y de... no quisiera decirlo
decir es recordar
recordar es volver a vivirlo

y duele

y aún así no quisiera olvidarlo

me dolió haber vivido el dolor
y hoy me duele escribirlo
porque hieren los golpes
como hiere después la memoria

y aún así no quisiera olvidarlo
porque hiere aún mas hondo el olvido

cuánto dolor en tan sólo unos días
cuánto dolor para sólo unas líneas

y yo sé que te duele y que no has podido olvidar

y por eso mi niña
pasó mucho tiempo y no quise escribirlas
y oculté tras la risa la mueca
de dolor
de ira
de angustia
de llanto

pero ¿sabes mi hijita?
más allá de las muecas hay una sonrisa
no fue todo dolor
ni hoy es todo amargura

este cuerpo de viejo flaqueó
se dobló de dolor
le temblaron las piernas
los gemidos tal vez escaparon
no podían sus ojos mirar más allá de esa hora

pero el niño que estaba atrás mío
sonreía
y soñaba

y miró más allá del mañana
y ocultó muchas cosas

distrajo
y engañó cuanto pudo
que no siempre es mentir algo malo
si con ello se salvan más vidas
y escondió domicilios
y nombres
lugares
y fechas de citas

y cuando el viejo temblaba y sentía caerse
ponía él un puntal de recuerdos y risas

si el viejo recordaba una casa algún rostro o un dato
él hablaba presto que nada sabía

al igual hace años que se iba de pinta
y papá preguntaba

si el viejo quería gritar
tapaba él la boca
apretaba los dientes
(tan fuerte lo hizo que es tal vez por eso que ahora
de noche rechinan y a veces de día)

si el viejo quería llorar
detuvo las lágrimas y formó una represa muy
dentro del alma

(tal vez es por eso que a veces escapa una lágrima
cuando estoy a solas o a veces dormido)

y ahora que todo se ha ido

si el viejo lamenta dolores pasados
y ausencias presentes
me abraza él muy fuerte como tú lo hacías
como hoy lo harías
y sonríe
y sueña

te mira en mis ojos
te pide que sueñes
espera sonrías
y juegues

aunque nunca olvides
aunque a veces llores

sueña niña sueña que juegas conmigo
que aunque esté muy lejos yo juego contigo

que aunque no lo creas y no lo parezca
también soy un niño

y aún tengo sueños

aunque nunca olvide

y aunque a veces llore.


19 de abril del 2005

Para "María Cristina",
que un día supo que era Leonor Araceli.

Quisiera ser viento


QUISIERA SER VIENTO

Si ser otra cosa pudiera quisiera ser viento
y entonces sería
tal vez brisa suave que lleva susurros,
palabras de aliento, caricias sin tiempo.

Sería también viento que mira al azul de abajo tocar
al de arriba.
y lleva consigo gotitas de olvido, adioses, engaños,
y agrupa en el siempre agitado la sal de la vida.

Y al ver que alegrías y tristezas, mansiones y chozas
conviven
cual si fueran caras de alguna moneda
huracán sería que azota inclemente y arrastra consigo
lo que al sol le sobra y al águila falta.

Por eso quisiera ser viento, pero más que nada
porque nunca he visto ni aún escuchado
que alguno pusiera
cadenas al viento.

18 de junio del 2003

El lugar más profundo de las grutas

martes, 9 de marzo de 2010

EL LUGAR MÁS PROFUNDO DE LAS GRUTAS


Hay seres a quienes por alguna razón se desea alejar de la gente, como a la ninfa Eco se le confinó en lo más profundo de las grutas y cañadas, donde nadie pudiera mirarla, donde nadie pudiera escucharla más que cuando la interrogaran, ocultando al mundo su existencia.

Es mitología, es cierto, pero a algunos hombres y mujeres de carne y hueso también se les desea alejar de la gente y se les excluye del mundo y para ello se han construido de hierro y concreto las partes más profundas de las grutas y que lo son tanto que muy pocos pueden mirar lo que en ellas hay y ni el sol puede llegar a ellas y muchos ni siquiera saben que existen ni dónde se encuentran.

Esos sitios son las prisiones de Máxima Seguridad, lugares en donde junto a criminales irredentos e incapaces de llevar una vida más o menos normal o de desarrollar una convivencia relativamente sana con sus semejantes, se coloca a quienes no solamente son capaces de eso sino que pugnan porque sea todavía mejor la sociedad y las relaciones entre los seres humanos, para que la justicia sea verdad, para que la ética deje de ser asunto relegado a discursos y libros y para que la libertad y los derechos humanos sean patrimonio verdadero de todos.

A aquellos se les condena por ser victimarios de la sociedad, a éstos por ser su conciencia.

Eso es una prisión de Máxima Seguridad: el lugar más profundo de las grutas, pero ¿cómo son?

Yo no sé cómo son las demás, porque si desde afuera pocos conocen una, mucho menos podría saberlo alguien desde adentro de una de ellas, ya que si la luz no puede entrar la mirada no puede salir ni siquiera a donde los demás caminan y viven. Lo que sí puedo decir es como es ésta en que me encuentro, pues de ella puedo afirmar, como Martí, "conozco al monstruo porque he vivido en sus entrañas"

Quinientas páginas se me harían muy pocas para contar lo que ésta es, tanto porque es mucho lo que de ella se podría decir, como porque soy ya víctima del Síndrome de Máxima Seguridad, uno de cuyos síntomas hace que más que escuchar a los demás se desee hablar y hablar interminablemente, aunque sea a una hoja de papel o a uno mismo en un prolongado soliloquio. ¿Por qué? Porque a fuerza de años de no hablar más que con unas cuantas personas con las que prácticamente nada se tiene en común, lo que no es en verdad hablar, se quiere, quizás inconscientemente, recuperar las palabras perdidas, como le ocurrió a aquella señora de que habla Eduardo Galeano en "El libro de los abrazos", que toda su vida soportó callada los más grandes abusos, pero poco antes de morir se soltó hablando de forma imparable y profiriendo los reproches e insultos que durante tanto tiempo tuvo que callar. O quizás porque sabiendo que si algún órgano no se ejercita, se teme perder el don de la palabra y se le quiere utilizar para que no se enrede la lengua o se quede inmóvil, llena de vergüenza, cohibida, cuando algún día se pueda requerir de sus servicios, cuando se salga de éste que es el lugar de las palabras perdidas.

Puedo, eso sí, intentar contener mi cada vez más inquieta aunque no por ello más diestra pluma y en pocas palabras decir lo más importante, y espero llegar a hacerlo sin llegar a sentirme un tanto frustrado por esa limitante, lo cual nada raro sería porque este es también el lugar de las frustraciones continuas.

Y lo es porque ¿qué tiene de extraño que se sienta frustrada una persona que nunca puede estar segura de obtener lo que espera? Todo aquí puede cambiar de un momento a otro y lo que ayer era un derecho puede hoy no existir o considerarse un delito, lo que equivale a decir que en realidad no se tiene ningún derecho. La tarjeta postal que un día es permitida al siguiente será motivo de castigo, e igual puede ocurrir con algún dibujo que se haya hecho o con una carta recibida. Tener una canción escrita es a veces motivo de sanción, y no se diga de una prenda que fue legalmente autorizada. Muchos se quedan esperando inútilmente a su visita porque a ésta no se le permite la entrada con cualquier pretexto, otros esperan que se les conceda un traslado a una prisión de menor seguridad porque legalmente tienen derecho a ello, pero les es negado arbitrariamente. ¿Cómo no habría de sentirse permanentemente frustrado alguien en estas condiciones en las que no hay lugar para la certeza?

Y esto que digo lo asevero, eso si, con plena seguridad porque no me lo contaron sino que lo he vivido por mí mismo y lo he mirado bien porque es lo único que puedo observar directamente, ya que todo lo que allá afuera ocurre lo puedo conocer por los que me visitan, pues este es el lugar en que se debe aprender a mirar con los ojos de otros y es por lo que otros nos dicen que aquí vemos lo que sucede en el mundo de afuera.

Y si de escuchar se trata lo hacemos con los oídos de ellos, y las voces de los demás nos llegan por su intermedio, cual si fueran las peñas desde las que la ninfa Eco las repite para que lleguen a nosotros esas voces de los que quisieran hablarnos, porque este es el lugar de escuchar con oídos ajenos.

Y si a hablar nos queremos referir ¿cómo está llegando a ustedes mi voz sino a través de un timbre que no es el mío? Y eso es porque este es el lugar en que se aprende a hablar por bocas no propias, pues la voz de uno no llegaría nunca tan lejos sin que alguien nos hiciera el favor de prestarnos la suya.

Sin quienes nos visitan seríamos ciegos, seríamos sordos, y seríamos mudos como lo son algunos que por estar aquí han sido abandonados y prácticamente han dejado de existir para el mundo.

Para casi todo lo que puede del mundo conocer quien aquí está depende de otros, y no sólo eso porque al no ejercitarse la memoria ésta se debilita y al mismo tiempo que se dificulta memorizar cosas nuevas, cada vez cuesta más trabajo recordar lo que alguna vez se grabó y se hace necesaria la ayuda que invariablemente comienza con un "¿recuerdas aquella vez en que...? porque sin ese invaluable auxilio ese pedazo de vida pasada que hace más bella la vida presente se perdería irremisiblemente, pues éste es también el lugar en que debe aprenderse a recordar por medio de otros.

¡Cuántas cosas habría olvidado si no me las hubieran recordado! ¡Cuántas cosas podré olvidar si no recurro al soliloquio en que mi otro yo me pregunta lo que a él le interesa recordar! No parece ser tan terrible eso, y no lo sería si con cada recuerdo perdido no se dejara de vivir un poco, porque ¿quieren saber una cosa? Permítanme decirla antes de que pueda olvidarlo:

Como muchos de los que aquí se encuentran y creo que al igual que muchos de los que se hallan en sitios similares, a mi no me preocupa que me olviden los demás porque aun sin que me recordaran seguiría existiendo; lo que me preocupa es que yo pueda olvidarlos, porque ¿qué sería yo si olvidara lo que he vivido, lo que he sido y a quienes he conocido? No sería más un padre si olvidara que tuve y tengo una hija; no sería un esposo si olvidara que he tenido y amado una esposa; no sería un hermano si olvidara los que tengo y tuve; no sería un rebelde si olvidara cada una de las injusticias de que he sido testigo y contra las que he combatido.

¿Qué sentido tendría la vida en este lugar si olvidara que hubo mil razones para ser lo que aquí me condujo? No quisiera olvidar una sola de esas razones, ni quisiera olvidar a ninguna de las personas que he conocido; mientras me acuerde de ellas no me importaría que no se acordaran de mí, y a quienes esto escuchen o lean les pido que perdonen que sea tan egoísta y que no me importe si se ocupan o no de mí, porque estoy ocupado en recordarlos porque quiero seguir siendo lo que he sido, deseo seguir existiendo. Quiero que siga teniendo sentido la vida, y creo que eso es lo que desea cualquier preso político de Máxima Seguridad.

No sé si todos me comprenderán y supongo que habrá quien desee emitir una condena por lo que digo, pero si así fuera quisiera que se me permitiera defenderme en la debida forma, pues deseo experimentar otra vez lo que se siente poder defenderse conforme las reglas de la justicia lo prescriben, porque desde que aquí llegué perdí ese derecho ya que soy uno más de los que se encontraban condenados de antemano a partir del momento en que se decidió recluirlos aquí. Desde antes de que el Juez emitiera su veredicto y aun antes de cruzar este umbral se había decidido que era culpable, sin importar que para ello hubiera que violar las leyes nacionales e internacionales, pues la prisión de Máxima Seguridad es una condena emitida antes del juicio.

Y puedo asegurar esto porque ¿quién podría defenderse ante jueces y magistrados que están dispuestos a condenar a toda costa porque esa era la consigna que han recibido? Con sus debidas y honrosas excepciones, quienes aquí juzgan deciden por encima de la ley, de manera tal que ejercen en realidad el papel de Tribunales Especiales que juzgan conforme a leyes privativas, lo cual prohíbe expresamente la ley para todos los ciudadanos, prohibición que no cuenta para quienes se encuentran aquí.

¿Podría defenderse debidamente quien no tiene derecho a contar con un ejemplar de la Constitución, ni del Código Penal, ni de ninguna ley, ni con ningún tratado de Derecho? Ese ha sido mi caso y el de muchos otros desde hace cuatro años en que ni siquiera una jurisprudencia se nos permite recibir. Todos son "artículos no permitidos".

Respecto del proceso que se enfrenta, así como de la lucha jurídica que se desarrolla contra los abusos padecidos o por obtener un traslado a otro tipo de penal, se está destinado a la derrota debido a que ser un preso de Máxima Seguridad es también estar condenado extrajudicialmente a no poderse defender.

En otro tipo de cárceles el preso puede estar al día en cuanto a lo que ocurre en el mundo, porque eso no lo prohíbe la ley ni la desinformación forma parte de ninguna sentencia impuesta, pero aquí es diferente porque estar en Máxima Seguridad es recibir con la entrada la condena a estar desinformado pues se prohíbe recibir cualquier periódico y cualquier revista. Lo único que puede conocerse es lo que se dice en los noticieros de la televisión comercial cuya misión es desinformar.

No podré conocer, por lo tanto, el efecto que estas líneas producirán o si alguno causarán, ni podré sentir la satisfacción de mirarlas en letra impresa, una de las formas en que cobran vida los pensamientos de quien no puede convertirlos en acción, de manera que no serán para mí más que un mensaje en una botella que como náufrago lanzaré al mar en espera de que alguien la encuentre y lea su contenido y sepa que existimos aquí varios de los que un día vimos zozobrar nuestra nave y que desde ese momento fuimos condenados a no participar más en los giros del mundo ni a conocer de ellos y a rezagarnos de sus avances.

En otra cárcel podría estudiar y habría terminado una carrera universitaria, no en ésta, no ahora, porque está prohibido; no se nos permite y con ello se viola la constitución. Cierto, podemos leer, pero no lo que deseamos sino solamente lo que las autoridades deciden, pues cada semana, no todas por cierto, podemos elegir un libro de una lista que cuando llega a nosotros es de treinta o veinte y entre los cuales difícilmente habrá alguno que coincida con lo que sería nuestra predilección y nuestro deseo de leer. Nada hay en la ley que prescriba que un reo no deba o no pueda recibir algún libro de parte de sus familiares o amigos, pero nadie aquí ha podido recibir uno solo y durante varios meses no pudimos leer ninguno porque las autoridades ni de los de la institución nos permitían disponer. Estar en Máxima Seguridad es estar condenado a no poder estudiar.

¿Y en cuanto a la salud? Estar aquí es también estar condenado a no poder ejercer el derecho a la salud porque pese a que existe un servicio médico que podría ser suficiente para atender a los presos, no cumple su función o ésta no es la que debiera, porque se visita a cada uno de los internos periódicamente para tener supuesta evidencia documental de que se les atiende pero no se hace cuando lo requiere, cuando está enfermo, como si las enfermedades pudieran programarse para que coincidan con las visitas del médico. No solamente eso, pues no se proporcionan como debería los medicamentos, con la regularidad necesaria para que tengan efectividad, sino que es normal su interrupción, con lo que en vez de combatir los agentes infecciosos y virulentos se les fortalece cada vez más. ¿Importa eso a las autoridades? De ninguna manera porque pareciera que el objetivo fuera que el reo adquiriera enfermedades incapacitantes, esperando quizá que así su peligrosidad, a veces supuesta, a veces real, disminuyera de esa forma. ¿Será así? Es posible, y si no se considerara así baste con saber que en temporadas se ha prohibido hasta hacer ejercicios como las lagartijas, abdominales o sentadillas y practicar yoga, por lo que se convierten en actividades que deben realizarse a escondidas y con riesgo de ser sancionado.

Cuatro años llevamos durmiendo con la luz encendida en la celda, pese a lo dañino que eso resulta; ese mismo tiempo tenemos sin disponer de un espejo pese a que ellos afecta la autoimagen, y ha habido ocasiones en que durante tres semanas se nos ha prohibido a todos tener reloj, pese a que con ello se pierde la noción del tiempo y se debe permanecer despierto desde las tres o cuatro de la mañana para que el pase de lista de las seis horas no nos tome desprevenidos, pues eso acarrearía la segregación y con ello la pérdida de la visita familiar, de la llamada telefónica y del derecho de salir al patio. A los enfermos que son mantenidos en el área médica se les mantiene esposados a la cama, añadiendo a su padecimiento una carga más de incomodidad, molestia y humillación.

No es demasiado esto porque faltaría contar acerca de las golpizas a algunos presos, unas de las cuales me han sido relatadas por las víctimas, pero varias de ellas las pude mirar en parte o cuando menos escuchar. Pude oír cuando en medio de una golpiza perdió uno la vida y he sabido de otros, uno aquí y otro en otro penal similar, que murieron en la tortura que es la ceremonia y el trayecto de entrada hasta la celda.

¿Derechos Humanos? No se reconoce aquí su existencia porque con el uniforme que se debe portar cae al suelo la calidad de ser humano que tenía el preso antes de llegar aquí, porque eso es la cárcel de Máxima Seguridad: dejar de ser humano para ser una cosa, un objeto, una propiedad del Estado, como en un arranque de sinceridad afirmó una vez una funcionaria a unos presos. ¿Propiedad del Estado? Sí, eso es un preso de Máxima Seguridad, así es como piensan quienes ésta cárcel dirigen, o quizá debiera decirse quienes en ella reinan, y son gobernantes absolutos porque podrían hacer suya la frase del monarca francés que dijo "¡El Estado soy yo!", toda vez que ni por la tortura ni por el asesinato de los reos tienen que responder ante la ley, que es decir ante la sociedad.

Cierto, esto no lo permiten las leyes y si aquí ocurre es debido a que ésta cárcel, por ser de Máxima Seguridad es un espacio no sujeto a las leyes que rigen en el territorio nacional, un área extraterritorial semejante o cuando menos parecido al de una embajada de otro país, en el que rigen no las leyes nacionales sino las del país representado.

¿Y a qué ley se sujeta, entonces, ésta área? A la ley de quienes no reconocen ley ninguna más que su voluntad, a la arbitrariedad absoluta, a los deseos de los que detrás del poder lo ejercen.

¿Les preocupa a ustedes lo que pueda ocurrir en el futuro en la sociedad en que vivimos? ¿Les ha conmovido o quizá conmocionado "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury, o "Walden dos" de Skinner, o "1984" de George Orwell, o "Un mundo feliz" de Aldous Huxley? No lo sé, pero a mi sí, A mi sí porque estoy viviendo ya en un mundo como esos y no me gusta. No me agrada, como a Montag, no poder leer lo que quisiera; no me siento cómodo estando bajo vigilancia las 24 horas del día aún dentro de mi celda por un "Gran Hermano", no me agrada que por una falta cometida por un individuo se nos castigue a todos o se nos pretenda someter a un condicionamiento para que renunciemos a nuestros derechos o temamos ejercerlos o creamos no tenerlos.

No me gusta y me gusta menos todavía el pensar que aquí se prueba y se practica lo que algunos quisieran y planean para toda la sociedad, pues una cárcel de Máxima Seguridad es el mundo de la impotencia total del individuo, es la sociedad perfecta de los tiranos, donde se prefigura lo que puede ocurrir en el mundo de afuera.

Quisiera que quienes habitan allá donde no se alcanza a mirar el lugar más profundo de las grutas voltearan hacia acá y miraran éste que ya estando cerca es un reluciente espejo del futuro, para que algún día no tengan que decir como en el último verso del poema de Bertold Bretch: "...ahora me llevan a mí, y es demasiado tarde".

Podría aquí terminar o quizás tendría que decir "debería", pero me sentiría insatisfecho porque con lo dicho no he recuperado más que una mínima porción de las palabras que aquí he perdido y tengo de ellas un hambre insaciable como Tántalo la tenía de comida, pues esa secuela forma parte de la condena a que quien aquí llega es sometido y que deberá padecer el resto de su vida, quizás porque, al menos en el caso de los presos políticos, cometió una falta parecida a la de aquél al robar a Zeus el néctar y la ambrosía para darlos a los hombres.

No es la única secuela que sé que me llevaré el día que de aquí salga, pues como Tántalo tengo una sed inmensa y si la de aquél era de agua la mía es de conocimientos nuevos, de datos, de información, o de lo que sea, porque después de una sequía tan prolongada querré ser una esponja que todo lo absorba.

O tal vez ocurra que hay terminado por acostumbrarme a la falta de agua y me convierta en un espinoso cactus que no necesite mucha porque con la avaricia de sus espinas y la impermeabilidad de su piel guarda la poca que a sus raíces llega. Si así fuera quizá termine también por ser mudo funcional y no quiera proferir una sola palabra cuando disponga de muchos oídos a mi alcance.

¿Y cuál será la consecuencia del aislamiento de estos años? Quizá la cercanía de otras personas resulte incómoda, tanto que se prefiera la soledad, el alejamiento respecto de los demás, el confinamiento en un pequeño espacio considerado un tipo de área de seguridad que no se querrá que nadie viole; un área aislada, restringida, ordenada, en la que nada se salga de la rutina que protege contra los temidos imprevistos. Es posible que se llegue a ser una especie de autista moderado y que eso forme parte de la condena que implica la permanencia en una prisión como ésta y que se prolongue un tiempo variable para cada persona en dependencia de sus características.

La impotencia largamente soportada, que en un delincuente común, sobre todo si tiene rasgos de sicópata, llega a producir el deseo de ejercer arbitraria y cruelmente el poder de vida y muerte de que en su ámbito puede disponer, acrecentado por el deseo de venganza que tanto abuso pudo generar en él, puede dejar como secuela en un preso político un nada desdeñable residuo de temor de volver a experimentarla y un afán de que no suceda lo mismo con otras personas, y un miedo de que ocurra. La condena, por un tiempo seguirá pesando porque no termina al salir.

Ya antes he hablado del debilitamiento de la memoria que forma parte también de las secuelas de esta prisión y de las que son como ella, y sé que inevitablemente no tendré la misma capacidad para recordar que la que tenía antes de llegar aquí, y sé que será relativamente fácil que olvide muchas cosas porque la memoria es selectiva y tiende a olvidar aquello que más le lastima. Por eso sé que podría llegar a olvidar mucho de lo que aquí he vivido, pero no quiero que eso suceda, quisiera recordar todo lo que aquí he visto, vivido y sentido; no quiero olvidar nada porque si lo olvido no me importará que a otros les ocurra lo mismo. Si olvido cerraré mis ojos, mis oídos y mi boca cuando sepa de algo parecido y si hago eso seré tan culpable como los victimarios y no quiero serlo.

Por eso espero y deseo que si algún día comienzo a olvidar me lo recuerden y me lo reprochen, que es a veces la mejor forma de recordar.

Para Mumia, a quien respeto y admiro
y sé que resiste aún después de
tantos años de prisión en un lugar que
de ninguna manera es mejor que éste.

Saludos, hermano
6 de diciembre de 2008

Mi universidad

lunes, 8 de marzo de 2010

MI UNIVERSIDAD


Cuando era joven una aspiración mía era ir a estudiar al extranjero. Desde luego que tendría algunos inconvenientes el hacerlo, pues estaría sujeto a condiciones desfavorables, porque sería discriminado por ser latino y pobre; el idioma sería una barrera, al menos al principio, para estudiar; mis movimientos se verían limitados por la escasez de recursos económicos; habría estado encerrado dedicando mucho tiempo a estudiar; estaría alejado de mi familia mucho tiempo. Prácticamente estaría confinado.
¿Y qué tengo aquí sino eso?
¿Que faltan los profesores de prestigio que allá tienen?
Pues hasta en eso no estoy en desventaja: aquí puedo tener acceso directamente a profesores como Goethe, Cervantes, Stephen Hawking y a los grandes clásicos de todos los tiempos...y sin intermediarios.
¿Que estoy en medio de bandidos y delincuentes?
Bueno, allá afuera tal vez habría estado en medio de gente como los Carlos Salinas de Gortari, los Zedillo, los Córdova Montoya o los Fernández de Cevallos de México y de otros países latinoamericanos.

En eso si estoy en desventaja: bandidos tan grandes como esos aquí no los hay.

5 – 31 de enero del 2005

En Monterrey

martes, 2 de marzo de 2010

Dile

lunes, 1 de marzo de 2010


DILE


¡No te quejes por lo que te ha tocado vivir! Mucha gente ha pasado peores situaciones y ha sobrevivido. ¿Qué es esto comparado con un campo de concentración? ¡Nada de abatirse! “Si encuentras el por qué, encontrarás el cómo” dice Víctor Frankl en “El hombre en busca de sentido”. ¿Recuerdas? Es fácil decirlo, pero... ¡Anda! Acuérdate de “La Vida es Bella” de Roberto Rossini y como en ella se aprecia que pese a todas las vicisitudes la vida no deja de tener su belleza ni deja de valer la pena vivirla ¡Tiene sentido la vida en verdad! ¡Tú puedes ser y hacer como el personaje principal porque estás viviendo tu propia película!
Si, pero él tenía alguien a quien cuidar, alguien por el que valía la pena soportarlo todo. Tenía a su hijo, el niño al que sobre todas las cosas quería cuidar.
¿Crees, en verdad, no tener a nadie a quien cuidar?, ¡Lo tienes, claro que lo tienes! ¡Si¡ A tu yo interno, al niño que hay dentro de ti!, ¡Ese es el niño al que hay que esconder y proteger! ¿Vas a dejar que lo descubran? ¿Vas a permitir que lo maten? ¿Vas a dejar que se llene de tristeza, melancolía y desesperanza, que es dejarlo morir de inanición? ¡No, por favor, hazlo que viva! ¡Protégelo y aliméntalo a escondidas!
¡Dale la esperanza! Dile que pinte en cuanto pueda hacerlo, porque algún día sus pinturas serán vistas por mucha, muchísima gente; que se expondrán en varios países, incluso de Europa y de Asia; que pinte mucho porque a través de ellas lo conocerán aunque nunca saliera de aquí y aunque pasen muchos, muchos años; que muchas personas querrán poseer uno de sus cuadros. Tal vez tú lo dudes, pero ¡díselo por favor! para que no pierda las ganas ni la alegría de vivir.
Dile que sus poemas serán leídos en diversos idiomas, que allá lejos, en otras montañas y en otras ciudades y aunque pase mucho tiempo habrá quienes se conmuevan por lo que en ellos se diga; que les harán comprender de lo hermoso que es vivir, de que aún en las mas difíciles situaciones hay esperanza y de que sólo hay que hurgar un poco dentro de uno para sacar de ahí las fuerzas que pueden hacer resistirlo todo.
Dile que un libro que escriba habrá de obtener algún premio, y que muchos lo querrán leer para conocer de lo que él ha vivido; que se asombrarán de cómo aprendió a escribir cosas bellas aquí donde todo parece sombrío.
Dile que este sitio es el que le puede permitir hacer algo que le haga dejar una huella de su paso por el mundo; que se acuerde de Ana Frank y su Diario. Sí, de esa niña que de no ser por las dificultades de la vida que le tocó vivir quizá nadie conocería su existencia.
Dile que este lugar es una universidad y no una cualquiera sino una en la que podrá aprender directamente de maestros como Víctor Hugo, Dostoievsky, Cervantes y Shakespeare, si de literatura se trata, o como Aristóteles, Sartre o Hegel en cuanto a filosofía, o como Levi Strauss, James George Frazer o Margaret Mead de Antropología, sí, de esa talla, clásicos cada uno en su área, o algunos premios Nobel mas o menos contemporáneos como Miguel Ángel Asturias, Anatole France, García Márquez, Eugenio Montale, Saúl Bellow, Yasunari Kawuabata, Mauricio Maeterlink , Octavio Paz y Pablo Neruda. ¿En dónde podría encontrar mejores mentores? Que aproveche esta escuela y que aprenda todo cuanto sea posible al tener esta especie de beca.
Dile, si lo miras triste, que no se auto compadezca, que es afortunado, pues otros como él hoy ya no están vivos; que lo peor ya ha pasado y si otros hablan de que tienen miedo y si escucha que gimen o gritan es porque son debiluchos y de todo se quejan, que no son como él de fuertes y audaces y nunca serán tan valientes.
Dile, si la rebeldía para él estuviera perdiendo sentido, que todavía hay princesas cautivas que esperan al caballero que habrá de liberarlas, como las leyendas dicen, y cuando derrote a los ogros o monstruosos dragones y las haga libres querrán ser la esposa del héroe.
Dile que aunque haya quien diga que ha muerto, la triste figura aún vive y embiste gigantes, aunque otros le digan que son únicamente molinos de viento; que algunos lo han visto en el sur cabalgar con Zapata.
Dile que el héroe del blanco turbante aún sigue siendo caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños e ¡implacable con los malvados! y que necesita de un nuevo Solín, y el que quiera serlo debe tener serenidad y paciencia y comprender que quien domina la mente lo domina todo.
Dile, si es que tiene frío o no aguanta el hambre o se encuentra enfermo y nadie lo atiende, que no lo lamente, que es el entrenamiento que poco a poco irá haciendo fuertes su cuerpo y su alma y que llegará el día en que como un yogui lo resista todo.
Dile que no mire a los ojos a las autoridades o guardias, para que no aprenda a odiar ni acumule en su cuerpo la bilis ni en sus alma amargura alguna, porque eso es lo que hacen las medusas modernas y les basta con hacer de piedra los corazones aunque los cuerpos se sigan moviendo. Que cierre sus oídos a insultos y burlas para no enloquecer porque esos son los cantos con que las sirenas provocan y cautivan aquí a los tripulantes de este barco para hacerlos ahogarse.
Dile que no permita que lo vean llorar, para que no se crezcan y no aumente su mofa y su gozo, ¡Que no les de gusto! Que sus recuerdos y anhelos salgan allá donde nadie los mire, y si un día te viera los ojos vidriosos, háblale del viento y el polvo que vienen de lejos.
Dile, si se siente solo, que nunca lo ha estado, que muchos afuera se preocupan por él, y que si no escucha las voces que le hablan es que el viento sopla en sentido contrario o el ruido del medio no deja escucharlos. Que allá afuera hay muchos que quisieran abrazarlo y dar alguna palmada en su hombro. Que allá no lo olvidan y quisieran tenerlo con ellos, que allá si lo quieren y extrañan.
Dile que, cuando salga, el haber estado aquí no será un estigma que se deba ocultar por vergüenza, sino una condecoración que podrá lucir y exhibir con orgullo; más aún, dile que recuerde a Mahatma Gandhi y a Francisco Villa, que con gusto decían en donde estuvieron, aunque hubiese rejas y muros, porque no los llevó ahí la maldad ni la cobardía, ni salieron con ellas.
Dile, si lo ves cansado, que lo que vale la pena no es fácil pero tiene su recompensa, aunque tarde en llegar, y que no importa lo que digan los que hoy tienen el mando y gozan lastimándolo, porque pese a cuanto inventan hoy, algún día se sabrá la verdad y se reconocerá que la razón era suya.
Dile, si se siente oprimido, que él es más libre que cualquiera de sus guardianes; que se fije bien y vea cómo son esclavos porque en vez de patrones tienen amos que los obligan hasta a pensar como ellos, y a él nadie le puede hacer cambiar su pensamiento: sus actos son concientes y siempre tiene la capacidad de elegir entre opciones, no como aquellos que hasta de esa capacidad han sido despojados.
Dile que ría, que juegue y disfrute su infancia y, en última instancia, que llore si quiere, que los niños lloran ¡si lo hacen los hombres!
Dile, si llegara a sentir que esto ha tardado mucho, que tarde o temprano esto pasará, que nada es eterno y menos los males. Dile, aunque tú no lo creas, que el bien siempre triunfa; que algún día volverá a casa, pero hay un secreto para ello, pues como Pulgarcito debe empezar a buscar desde ahora las piedritas que señalan el camino que lo habrá de llevar de regreso. Dale una piedrita, aunque sea de los muros y dile que ahí, con ella, se inicia el retorno.
Dile muchas cosas, aunque no sean ciertas al ciento por ciento, o aunque tengas dudas o aunque no lo creas, que tal vez no has nacido para ser profeta pero sí puedes ser un dador de la vida aunque sea para él exclusivamente.
Dile muchas cosas y dale con ello la vida, que mientras la tenga no importa cuanto hayas pasado, tu vida ha tenido sentido y habrá sido bella.

1° de marzo del 2006

 
Jacobo Silva Nogales - by Templates para novo blogger