Dile

lunes, 1 de marzo de 2010


DILE


¡No te quejes por lo que te ha tocado vivir! Mucha gente ha pasado peores situaciones y ha sobrevivido. ¿Qué es esto comparado con un campo de concentración? ¡Nada de abatirse! “Si encuentras el por qué, encontrarás el cómo” dice Víctor Frankl en “El hombre en busca de sentido”. ¿Recuerdas? Es fácil decirlo, pero... ¡Anda! Acuérdate de “La Vida es Bella” de Roberto Rossini y como en ella se aprecia que pese a todas las vicisitudes la vida no deja de tener su belleza ni deja de valer la pena vivirla ¡Tiene sentido la vida en verdad! ¡Tú puedes ser y hacer como el personaje principal porque estás viviendo tu propia película!
Si, pero él tenía alguien a quien cuidar, alguien por el que valía la pena soportarlo todo. Tenía a su hijo, el niño al que sobre todas las cosas quería cuidar.
¿Crees, en verdad, no tener a nadie a quien cuidar?, ¡Lo tienes, claro que lo tienes! ¡Si¡ A tu yo interno, al niño que hay dentro de ti!, ¡Ese es el niño al que hay que esconder y proteger! ¿Vas a dejar que lo descubran? ¿Vas a permitir que lo maten? ¿Vas a dejar que se llene de tristeza, melancolía y desesperanza, que es dejarlo morir de inanición? ¡No, por favor, hazlo que viva! ¡Protégelo y aliméntalo a escondidas!
¡Dale la esperanza! Dile que pinte en cuanto pueda hacerlo, porque algún día sus pinturas serán vistas por mucha, muchísima gente; que se expondrán en varios países, incluso de Europa y de Asia; que pinte mucho porque a través de ellas lo conocerán aunque nunca saliera de aquí y aunque pasen muchos, muchos años; que muchas personas querrán poseer uno de sus cuadros. Tal vez tú lo dudes, pero ¡díselo por favor! para que no pierda las ganas ni la alegría de vivir.
Dile que sus poemas serán leídos en diversos idiomas, que allá lejos, en otras montañas y en otras ciudades y aunque pase mucho tiempo habrá quienes se conmuevan por lo que en ellos se diga; que les harán comprender de lo hermoso que es vivir, de que aún en las mas difíciles situaciones hay esperanza y de que sólo hay que hurgar un poco dentro de uno para sacar de ahí las fuerzas que pueden hacer resistirlo todo.
Dile que un libro que escriba habrá de obtener algún premio, y que muchos lo querrán leer para conocer de lo que él ha vivido; que se asombrarán de cómo aprendió a escribir cosas bellas aquí donde todo parece sombrío.
Dile que este sitio es el que le puede permitir hacer algo que le haga dejar una huella de su paso por el mundo; que se acuerde de Ana Frank y su Diario. Sí, de esa niña que de no ser por las dificultades de la vida que le tocó vivir quizá nadie conocería su existencia.
Dile que este lugar es una universidad y no una cualquiera sino una en la que podrá aprender directamente de maestros como Víctor Hugo, Dostoievsky, Cervantes y Shakespeare, si de literatura se trata, o como Aristóteles, Sartre o Hegel en cuanto a filosofía, o como Levi Strauss, James George Frazer o Margaret Mead de Antropología, sí, de esa talla, clásicos cada uno en su área, o algunos premios Nobel mas o menos contemporáneos como Miguel Ángel Asturias, Anatole France, García Márquez, Eugenio Montale, Saúl Bellow, Yasunari Kawuabata, Mauricio Maeterlink , Octavio Paz y Pablo Neruda. ¿En dónde podría encontrar mejores mentores? Que aproveche esta escuela y que aprenda todo cuanto sea posible al tener esta especie de beca.
Dile, si lo miras triste, que no se auto compadezca, que es afortunado, pues otros como él hoy ya no están vivos; que lo peor ya ha pasado y si otros hablan de que tienen miedo y si escucha que gimen o gritan es porque son debiluchos y de todo se quejan, que no son como él de fuertes y audaces y nunca serán tan valientes.
Dile, si la rebeldía para él estuviera perdiendo sentido, que todavía hay princesas cautivas que esperan al caballero que habrá de liberarlas, como las leyendas dicen, y cuando derrote a los ogros o monstruosos dragones y las haga libres querrán ser la esposa del héroe.
Dile que aunque haya quien diga que ha muerto, la triste figura aún vive y embiste gigantes, aunque otros le digan que son únicamente molinos de viento; que algunos lo han visto en el sur cabalgar con Zapata.
Dile que el héroe del blanco turbante aún sigue siendo caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños e ¡implacable con los malvados! y que necesita de un nuevo Solín, y el que quiera serlo debe tener serenidad y paciencia y comprender que quien domina la mente lo domina todo.
Dile, si es que tiene frío o no aguanta el hambre o se encuentra enfermo y nadie lo atiende, que no lo lamente, que es el entrenamiento que poco a poco irá haciendo fuertes su cuerpo y su alma y que llegará el día en que como un yogui lo resista todo.
Dile que no mire a los ojos a las autoridades o guardias, para que no aprenda a odiar ni acumule en su cuerpo la bilis ni en sus alma amargura alguna, porque eso es lo que hacen las medusas modernas y les basta con hacer de piedra los corazones aunque los cuerpos se sigan moviendo. Que cierre sus oídos a insultos y burlas para no enloquecer porque esos son los cantos con que las sirenas provocan y cautivan aquí a los tripulantes de este barco para hacerlos ahogarse.
Dile que no permita que lo vean llorar, para que no se crezcan y no aumente su mofa y su gozo, ¡Que no les de gusto! Que sus recuerdos y anhelos salgan allá donde nadie los mire, y si un día te viera los ojos vidriosos, háblale del viento y el polvo que vienen de lejos.
Dile, si se siente solo, que nunca lo ha estado, que muchos afuera se preocupan por él, y que si no escucha las voces que le hablan es que el viento sopla en sentido contrario o el ruido del medio no deja escucharlos. Que allá afuera hay muchos que quisieran abrazarlo y dar alguna palmada en su hombro. Que allá no lo olvidan y quisieran tenerlo con ellos, que allá si lo quieren y extrañan.
Dile que, cuando salga, el haber estado aquí no será un estigma que se deba ocultar por vergüenza, sino una condecoración que podrá lucir y exhibir con orgullo; más aún, dile que recuerde a Mahatma Gandhi y a Francisco Villa, que con gusto decían en donde estuvieron, aunque hubiese rejas y muros, porque no los llevó ahí la maldad ni la cobardía, ni salieron con ellas.
Dile, si lo ves cansado, que lo que vale la pena no es fácil pero tiene su recompensa, aunque tarde en llegar, y que no importa lo que digan los que hoy tienen el mando y gozan lastimándolo, porque pese a cuanto inventan hoy, algún día se sabrá la verdad y se reconocerá que la razón era suya.
Dile, si se siente oprimido, que él es más libre que cualquiera de sus guardianes; que se fije bien y vea cómo son esclavos porque en vez de patrones tienen amos que los obligan hasta a pensar como ellos, y a él nadie le puede hacer cambiar su pensamiento: sus actos son concientes y siempre tiene la capacidad de elegir entre opciones, no como aquellos que hasta de esa capacidad han sido despojados.
Dile que ría, que juegue y disfrute su infancia y, en última instancia, que llore si quiere, que los niños lloran ¡si lo hacen los hombres!
Dile, si llegara a sentir que esto ha tardado mucho, que tarde o temprano esto pasará, que nada es eterno y menos los males. Dile, aunque tú no lo creas, que el bien siempre triunfa; que algún día volverá a casa, pero hay un secreto para ello, pues como Pulgarcito debe empezar a buscar desde ahora las piedritas que señalan el camino que lo habrá de llevar de regreso. Dale una piedrita, aunque sea de los muros y dile que ahí, con ella, se inicia el retorno.
Dile muchas cosas, aunque no sean ciertas al ciento por ciento, o aunque tengas dudas o aunque no lo creas, que tal vez no has nacido para ser profeta pero sí puedes ser un dador de la vida aunque sea para él exclusivamente.
Dile muchas cosas y dale con ello la vida, que mientras la tenga no importa cuanto hayas pasado, tu vida ha tenido sentido y habrá sido bella.

1° de marzo del 2006

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