El espejo admirado y temido

lunes, 1 de febrero de 2010

¿Y quién es Mumia Abu-Jamal?

La primera vez que escuché ese nombre estaba en prisión, y supe que él estaba también en prisión.
Supe que era un preso político, y yo era un preso político también.
Estaba en una cárcel de Máxima Seguridad, y en una cárcel de Máxima Seguridad me encontraba.
Asumía con orgullo la militancia que tuvo en una organización rebelde, las “Panteras Negras”, y con orgullo asumía yo la militancia que tuve en una organización rebelde, el ERPI.
Escribía desde la cárcel, y escribía yo también desde adentro.
Se defendía desde dentro de la prisión, y desde ahí me defendía yo también.

Al hablar de él pareciera que estuvieran hablando de mí. Aunque no estuviera yo condenado a muerte, porque si estuviera en Estados Unidos a muerte me habrían condenado; y habría sido víctima del racismo como él; habría sido acusado de arrogancia y descaro también. Y me habrían acusado de cometer el crimen que él comete en prisión: escribir libros, porque ser productivo es un crimen. Y habrían creado reglas especiales para mí como las crearon para él.

Y era cierto: al hablar de Mumia de mí se estaba y se está hablando, como se habla también de muchos otros más, porque Mumia es el espejo que da orgullo mirar porque es lo que se admira y respeta, lo que los demás somos aunque sea un poquito y en momentos excepcionales. Pero es también el espejo que se teme porque muestra lo que puede ocurrir cuando el ser y el deber se hacen uno.

Espejo que se admira y se teme, eso es Mumia. Lucha admirable y sentencia de muerte, eso es, por eso refleja también a los que le han sentenciado. Refleja de ellos el miedo a un mundo mejor para los más. Por eso le quieren muerto; por eso lo queremos vivo.

Vivo lo queremos y al defender su vida nos defendemos a nosotros mismos. Porque él es nosotros: está ahí en donde se encuentra no por algo hecho para sí mismo sino para los demás; y lo que ha aprendido en prisión es por y para los demás, es un aprendizaje para los demás también.

Y queremos aprenderlo. Y queremos mirarle ya sin riesgo para su vida. Y queremos verle libre. Porque aprenderemos con él, y seremos un poco más libres cuando a él lo miremos fuera de prisión.

Puede parecer difícil a veces lograr la libertad cuando se está en una prisión en que hasta los sueños se quiere impedir, pero hasta de ahí se puede salir si los sueños de afuera se suman a los de adentro.

Yo lo sé porque no hace mucho estaba en un sitio como ese y pude salir, y por eso quisiera decirle que creo que él puede conseguirlo también. Que puede, que podemos vencer esas rejas que impiden la libertad del cuerpo, como él ha podido vencer las que impiden la del espíritu. Y me incluyo en ese “podemos” porque quiero poner también mi granito de arena en la construcción de esa vía que ha de conducirle primero a la vida y luego a la libertad. Quiero formar parte de ese esfuerzo que ha de llevarnos a mirarlo de cerca, con el gusto infinito que conlleva la cercanía de los que son como se quisiera ser.

Podemos. Con su esfuerzo, desde luego, pero también con el de todos los que miramos con orgullo ese espejo.

¡Defender a Mumia es defendernos a nosotros mismos!

¡Presos políticos, libertad!

Jacobo Silva Nogales.
9 de diciembre de 2009.

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