El tablero de ajedrez

martes, 23 de febrero de 2010

EL TABLERO DE AJEDREZ

¿Te gusta el ajedrez?
No, no te gusta, no sabes jugarlo, jamás has querido aprender porque te ha parecido que es mucho el tiempo que tendrías que dedicarle comparado con la utilidad que podría reportarte.
No te gusta pero lo juegas, ¿o es que no te has dado cuenta de que ahora mismo estás parado sobre uno de los escaques de un gran tablero de ajedrez?
¿No te has dado cuenta de que cada acción que realizas es una jugada? ¿O es que eres uno de aquellos que por no querer hacer nada no son más que piezas en los tableros de otros?
Estás pensando, recapacitando en muchas cosas que has hecho, tratando de concebirlas como jugadas de ajedrez y eso podría ser ya una jugada en la que la pieza que estás moviendo es tu capacidad de abstracción y tus recuerdos. Y tu nivel de abstracción a su vez podría ser considerado el fruto de una jugada anterior: cierta dedicación o falta de ella. Y esa dedicación sería el fruto de algo más y así sucesivamente.
Y el que te halles aquí, en este sitio en el que nadie quisiera estar, es resultado de una jugada fallida ¿o no? Y si tus hermanos vienen a visitarte es porque…porque tú no eres solamente una pieza sino muchas simultáneamente y cada una se mueve en una gran partida aunque tú ni siquiera de hayas apercibido de ello.
La pieza que se movió para que ellos vinieran es aquella representada por el apreciado hermano menor que para ellos eres. Y si tienes abogados pese a no tener recursos económicos para pagar por tu defensa es porque se movió la pieza en que eres un preso político. Y si no han podido ni podrán darte jaque mate es porque hay muchas piezas que se mueven por ti ¡Y tú sin darte cuenta de ello!
Todo está claro ahora que puedes mirar cada uno de los cuadros del tablero, con tus piezas y las del adversario que quiere darte jaque mate. La tortura fue una de sus piezas, otra es la prisión, otra es el aislamiento, otra son las amenazas contra tus hermanos, otra es el tiempo, otra es el que aceptaras ser guerrillero, pues eso hizo que algunos abogados tuvieran miedo de defenderte y se retiraran del tablero.
Cuántas piezas, cuántas jugadas pueden hacerse. Ya moviste la de la pintura, ya intentaste mover la de la poesía. Algún día habrás de mover la pieza jurídica, otro la de la huelga de hambre, otra la del ensayista o la del novelista. Y si la tortura no te hizo cejar en tus convicciones es porque en esa jugada algún papel desempeñó la del guerrillero que un día recibió los tacos dorados de aquella humilde señora de Tecoanapa, o la del joven que fue protegido por aquella señora desconocida que les explicó a tus amigos y a ti que debería cuidarse del ejército, o tal vez la de las vivencias de pobreza extrema de tu infancia.
Y algún día, si llegaras a salir de esta prisión, la pieza del prisionero jugará su papel en tu nueva vida, y lo hará conscientemente porque ya no podrás dejar de ver debajo de tus pies este escaque con rejas en que ahora te mueves, siempre debajo del otro con rejas más grandes en que entonces te moverás.
Y querrás cambiar de lugar por ti mismo, conforme a tus deseos, porque si no lo haces alguien más te moverá. Mira a lo lejos y verás aproximarse esa enorme mano que se apresta a tomarte. Mira hacia abajo y observa como aunque no lo quisieras tu mano se acerca a mover otras piezas.
¿Lo has comprendido? Eres el jugador pero eres también la pieza de otros múltiples jugadores. ¿No quieres ser el jugador? Entonces serás solamente la pieza. ¿No quieres ser la pieza? Serás entonces el jugador…pero no lo creas, siempre habrá otra mano que quiera y pueda tomarte entre sus dedos, y siempre habrá otras piezas a las que tú tomarás, así que nunca podrás escapar del tablero. ¿Ya lo viste?
Debes haber notado también que bien podrías hacer tus jugadas de tal manera que aquellas manos de arriba te muevan conforme a tus deseos. Sí, podrían hacer lo que a ti te convenga. Es posible, ¿no crees?
Es bueno saberlo, pero tal vez habría sido mejor nunca haberlo sabido porque desde ahora conoces que, pese a todo, el lugar que ocupes a ti mismo lo debes y a nadie más podrás culpar por ello. Mueve tus piezas, la partida se inició hace ya mucho tiempo.

22 de febrero de 2010
Reelaboración de una reflexión de 2003

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